martes, 10 de mayo de 2011

Retroceso al presente (3)

Permanecieron ambos en silencio, ella con los ojos fijos en los pliegues de su falda de color gris que le caía un par de centrímetros por debajo de sus rodillas. A él, aunque la miraba de vez en cuando sin ser notado, sus recuerdos lo habían transportado unos años atrás, hasta un día cualquiera de los que vivió junto a Lucrecia en aquel apartamento del centro. 
La enfermera de la voz monótona les sacó a ambos de su profundo silencio.
- Ya pueden pasar, -les dijo sin modificar su expresión fría.
Rubén, que había permanecido de pie junto a la ventana, se aproximó a Lucrecia haciendo un ademán de prestarle ayuda para incorporarse, ella ignoró su mano pero le mostró una incipiente sonrisa de agradecimiento.

El doctor Luis Rivera  les recibió de pie junto a la mesa llena de carpetas y papeles, y después de acercarle una silla a Lucrecia, le indicó a Rubén que tomara otra silla.
- Siento haberles hecho esperar, he tenido que asistir a una sesión clínica de urgencia.
- No importa, contábamos con algún imprevisto, -dijo Rubén amablemente.
- ¿Como se encuentra Sra. Acebo?
Lucrecia se limitó a hacer un gesto sencillo con la cabeza mirando a los ojos al doctor Rivera, quien lo interpretó como una respuesta llena de desánimo.
- He estado estudiando todos los análisis  y no he encontrado nada que nos aconseje desistir, así que ya sólo quedan un par de pruebas más. Posiblemente, si todo va bien, en unos quince días podremos hacer la intervención.
- No sé si estoy preparada, cada día me asaltan nuevas dudas. 
- No le voy a ocultar los riesgos que entraña esta intervención, no sería honesto, pero  me temo que no hay otra alternativa, salvo dejar que todo siga su curso.
 - Bien, sigamos entonces, espero encontrar alguna razón para no dudar.
El doctor Rivera estuvo tecleando unos instantes, los mismos que aprovechó Rubén para coger la mano de Lucrecia y apretar con toda la suavidad de la que fue capáz. Notó un leve temblor en ella que cedió antes de que el doctor terminara de imprimir dos documentos con las pruebas que debía realizarse Lucrecia.
- Llamenme cuando tengan estas pruebas. Hasta entonces continúe con el tratamiento.
Lucrecia se levantó lentamente y se despidío del doctor tendiéndole la mano, luego, sin esperar a que Rubén hiciera lo propio, salió de la consulta sin mirar hacia atrás.
- Es imprescindible subirle el ánimo, -dijo el doctor Rivera a Rubén miestras le daba la mano.
- No creo que yo pueda servir de mucho, doctor, ella hace tiempo que dejó de creer en mí.


Rubén salió al pasillo y aceleró un poco el paso, para alcanzar a Lucrecia, que se encontraba ya a punto de girar hacia la calle.
Continuará.....

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