viernes, 22 de octubre de 2010

Recordando a Orwell

Cuando Orwell redactaba las primeras líneas de 1984 (supongo que allá por 1947) no lo imagino consciente de la idea que estaba aportando a quienes recogen de la literatura ideas que luego transforman y adaptan. George Orwell nos viene a decir, a través de las peripecias de Winston y Julia que lo que no está escrito no ha existido, lo que no se ve no existe o dicho de otra manera, sólo existe lo que sale por la tele. ¿Esto o lo contrario es lo que ha inducido a Evo Morales a prohibir las telenovelas? ¿esto o lo contrario es lo que induce a Sarkozy expulsar a rumanos y búlgaros?
Resultaría una obviedad escribir ahora sobre el poder que supone un medio como el de la televisión. Dicen las estadísticas, que también mienten, por cierto, que los chavales españoles pasan viendo tele tanto tiempo como en el colegio. Aún aceptando la hipótesis, no demostrada, que están mejor en la escuela que ante el televisor, -ya quisiéramos los docentes tener ese "enganche" con nuestro alumnado, o tal vez no- me resulta incomprensible que las tácticas y técnicas del Gran Hermano de 1984 esté en tantos manuales no escritos y "Rebelíón en la granja", novela que, por cierto, leí en enero de 1984, no se encuentre presente ni ante situaciones tan dramáticas como la de que 50.000 personas mueran de hambre cada día en el mundo.

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