Como sabréis, hoy hemos amanecido con un asesinato en Torredelcampo, terrible, pero nada extraño hasta aquí, el crimen de género comienza a ser habitual en las crónicas negras de este mundo, por culpa de....... de todos. Lo peor, para mí, ha venido después. El homicidio ha sucedido a pocos metros de mi centro de trabajo y por tanto inevitable que madres y alumnos, a primera hora de la mañana, hablaran y hablaran del hecho, también normal en este tipo de circunstancias. Lo que me ha sorprendido, mejor dicho, me ha escandalizado, ha sido el oír de la boca de un niño de once años el relato con todo lujo de detalles, sin ni siquiera mostrar una pizca de emoción, sin detectar en su rostro un grado de compasión, como quien relata algo carente de interés o importancia. Me escandaliza comprobar, que un niño de esa edad sea capaz de narrar que a diez metros de su casa alguien ha estrangulado, apuñalado y amartillado a otra persona sin que le tiemble la voz, se le abran sorprendidos los ojos o se detenga para tragar saliba y deshacer el nudo de la garganta. ¡Pobre mundo! arreglado va con los hijos que le vamos a dejar.
