viernes, 22 de abril de 2011

Lágrimas profesionales o procesionales

Asistiendo con cierto tedio a una sesión televisiva, de esas en las que además de las conversaciones familiares, nos acompaña de fondo la pantalla extraplana, me salta cierta chispa al apreciar un desconsolado llanto en un cofrade (de los de Junta Directiva) engominado. Su cara, apenada y casi desencajada, en primer primerísimo plano hacía temer una tremenda desgracia. Con curiosidad solidaria me intereso por lo ocurrido y compruebo con estupor que el llanto desconsolado se debe a que llueve y no puede salir el paso procesional correspondiente. En un primer instante me entraron ganas de reír (no sé por qué) pero, tras una reflexión más razonada, me invadió una satisfacción comprensible por entender que no todas las lágrimas corresponden a una misma intensidad de dolor, amargura o emoción (tampoco sé por qué, ya que esta conclusión forma parte de mi experiencia desde hace mucho tiempo).

1 comentario:

  1. Mi impresión es que les apena no hacer ostentación pública de su fe. Sienten no poder enorgullecerse del objeto de su culto, Jesús, Sepulcro o María, ante los demás.

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