Que los jóvenes de Túnez hayan conseguido la huída de un dictador, que los soldados apunten sus fusiles al cielo, que la policía se emocione y llore, que diez millones de personas estén más cerca de la libertad, a pesar del coste humano que ha tenido, supone un paso hacia adelente en contra del despotismo, nepotismo, fanatismo, intregrismo y otros muchos ismos que acorralan, acobardan, amordazan, amaestran y castran al ser humano.
Tenemos un motivo para dormir algo más optimistas.
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