lunes, 6 de junio de 2011

Retroceso al presente (5)

El teléfono que Rubén había dejado olvidado sobre la mesa de su despacho marcaba varias llamadas perdidas, seguramente importantes aunque él no quiso comprobarlo. De entre todas sólo una le suscitó  interés, era un número desconocido, quizá por ello lo anotó de forma casi autómata en el cuaderno que siempre tenía abierto junto al flexo de su mesa. En ese instante no se sentía con ánimos de hablar con nadie de nada. Se inclinó hacia atrás lo que permitía el sillón, cruzó los pies sobre la mesa y reposó la cabeza sobre ambas manos entrelazadas tras la nuca. Sus ojos se entornaron involuntariamente y, antes de pensar en nada,  el cansancio le venció.

            Debí haberlo dejado acompañarme, se dijo Lucrecia tras cerrar la puerta del piso y sentirse muy sola. No tenía hambre a pesar de ser más de las tres, lo cierto es que hacía varios meses que se alimentaba casi por obligación y por eso fue al frigorífico, cogió un yogur, la botella de agua, la caja de analgésico y se recostó en el sofá frente al televisor, que no llegó a poner en funcionamiento.  Debí dejarlo que me acompañase, volvió a repetirse, sintiéndose más sola. Dejó descalzos sus pies doloridos, se tomó el analgésico y antes de abrir el yogur se quedó dormida.

Continuará...

1 comentario: