martes, 2 de marzo de 2010

Ecos de Praga


La mañana helada da paso al cálido paisaje de una ciudad serena. El eco del tranvía se cruza con la mirada de los serios rostros que lo ocupan durante su indefinido trecho. Tras los granates y ámbar de las tiendas de souvenir(s) se muestran impertérritas y quietas, pendientes de los hilos, una ingente cantidad de títeres imperturbables. Serenidad y pulcritud son los presentes que fachadas y ventanas aportan a las gélidas figuras de turistas que serpentean por las aceras y plazas sin apenas rozar los adoquines del pavimento, por miedo a romper el encanto. La bruma renace a cada instante del río Moldava, que separa y une a un tiempo a una ciudad que se admira a sí misma desde ambas orillas.

1 comentario:

  1. Hola Rafael, he visto que has ampliado tu blog y que has puesto una foto de nuestro viaje, pero lo que más me ha gustado es lo poético que te has puesto ante la foto de Mari Santi.Manolo dice que cuando escribes pareces demasiado domesticado.Que luego te lo explique él.Un saludo.

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